martes, 21 de diciembre de 2010

ÉL ESTÁ AQUÍ

Si bien es verdad que en México todo puede suceder, lo último que esperaba era encontrármelo aquí, en las calles de Morelia, manejando un Volkswagen a pocos días de su aniversario.
Definitivamente, su forma de actuar es impredecible. Nunca se sabe con él. El semáforo se pone en verde. Se aleja en el bullicio del tráfico. Suenan los villancicos en los altavoces. Me pregunto dónde pasará la nochebuena y si tendré ocasión de visitarlo. Ya veremos.
Feliz Navidad


viernes, 10 de diciembre de 2010

viernes, 3 de diciembre de 2010

UNA NUEVA ESTRELLA EN EL UNIVERSO DEL ARTE

Ayer, 3 de diciembre, con una gran afluencia de público, inauguró Estrella Castiñeira Santos su primera exposición individual en la Sala de Exposiciones del C.C. Convento del Carmen de Trigueros (Huelva), que permanecerá abierta hasta el 31 de diciembre.

Si bien realiza su formación en la Escuela de Arte de Huelva, la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y la Universidad de Montfort en Leicester (Inglaterra) no es esta circunstancia, como muy bien dice su maestro y mentor Juan Manuel Seisdedos en el texto incluido en el díptico de presentación de la muestra, lo que hace de Estrella una artista. Afirma Juan Manuel con una contundencia, que comparto, y  que a muchos podrá parecer atrevida, que “se sabe cuando una persona lo es (artista) aunque no haya pintado un cuadro en su vida, no haya escrito un poema o no haya intentado crear nada”. Y añade que “Hay personas (…) que tienen capacidad de dar respuestas originales a las cosas, y que poseen un carácter intuitivo. Sólo les falta la voluntad de jugar a ser artistas. Entrar en ese juego de elaborar las emociones recibidas y de producir otras en los demás. Percibí que Estrella había entrado en esa partida cuando he estado cerca de su mundo…”.
Aúna esta pintora ambas condiciones, una formación técnica sólida y un (llamémoslo así) alma de artista. El resultado tenía que ser forzosamente digno cuando menos. Pero en mi opinión su entrada en el mundo de la creación plástica ha sido, más allá de eso, una entrada brillante y con pie muy firme.

Los trabajos expuestos, aparte de su magnífica realización técnica, emanan ese poder mágico que tiene toda verdadera obra de arte, el poder de hacernos ver aspectos inadvertidos de la realidad, el poder de conmovernos estéticamente, con todas las implicaciones, emocionales, sensoriales o intelectuales, que ello puede tener.
Recursos técnicos diversos, en grabados, acuarelas y óleos, permiten a la artista transmitirnos una visión del mundo llena de símbolos, sensualidad, imaginación y ternura, puerta de entrada a un universo poético (todo arte tiene su poética) que se promete rico y lleno de sorpresas para un futuro que acaba de empezar.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Exposición de la pintora Estrella Castiñeira

Mañana viernes, día 3 de diciembre a las 20:00 h, se inaugura una exposición de Estrella Castiñeira en el Convento del Carmen, en Trigueros (Huelva). La joven artista inicia su carrera con una madurez que ya da magníficos frutos y promete aún más increibles resultados para el futuro. Que quien pueda asistir no se lo pierda.


lunes, 29 de noviembre de 2010

TERCERA PERSONA

Hace unos días asistí a un acto de presentación de la obra de mi amigo el magnífico escritor José María Vaz de Soto.  Como maestro de ceremonia oficiaba mi otro buen amigo y también gran escritor Juan Villa. Vaz de Soto hizo una exposición brillante, clara y amena de su recorrido como narrador y de sus puntos de vista acerca del arte novelístico. Su intervención tuvo un gran éxito, el público aplaudió y estoy seguro de que se lo pasó bien.  Tras la charla de José María, Juan incitó al auditorio a plantear las preguntas que considerasen oportunas. Yo, que me encontraba en la primera fila, me apresuré a levantar el brazo y Juan Villa me invitó a intervenir. Estuve tomando notas mientras que Vaz hablaba y le planteé varias preguntas. Pero sólo una de ellas viene al caso ahora, porque creo que no quedó claro ni el planteamiento que se hizo ni la respuesta. Había dicho José María, entre otras muchas cosas de gran interés, que cuando una novela está escrita en tercera persona, no es legítimo o canónico o no resulta operativo, en fin, que el narrador (no el autor, el narrador) exponga de forma explícita su visión del mundo, su cosmovisión, su weltanschauung, en fin. Yo no estuve de acuerdo con eso, así se lo dije y puse un ejemplo que no debió de ser muy afortunado pues, tras la aseveración de mis dos amigos: “Eso es primera persona”, el público rompió a reir. No era primera persona. Se interpretó mal. “Juan va esta tarde a la playa” no es primera persona. Pero, bueno. El caso es que no anduve yo muy fino y, como resultó que estaba molestando un tipo que estaba por allá por las filas traseras, tenía la mente distraída y no caí en citarle a Vaz el ejemplo que, al menos, nos hubiese conciliado. Se trata del final de una de las novelas emblemáticas del pasado siglo, “Cien años de soledad”: “Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. Bien. Ya veo a Juan o José María saltando en sus sillas y diciendo que ese tiempo verbal, “tenían”, exime al narrador de toda responsabilidad en la opinión. Puede que sí. Pero corrijamos a Gabo. Digamos: “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”. Ahí ya el narrador se echa toda la responsabilidad encima. ¿Es menos válido? ¿Es menos operativo narrativamente? ¿Por qué? Si alguno de los dos lee esto, agradecería su opinión y también, por supuesto, la de cualquiera de los lectores de este blog.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Presentimiento

Yo no soy Yo

Teniendo en cuenta que hace tiempo que crucé el “mezzo del cammin di nostra vita” y el éxito nulo que alcanzaron los escasos textos que di a la estampa, creo que ha llegado el momento de aclarar determinadas cosas que hasta ahora he mantenido en el más absoluto secreto, si exceptuamos la ocasión en que, tras una cena regada más de lo conveniente con buen rioja y otras bebidas espirituosas, las comuniqué a los comensales, que afortunadamente las tomaron por dislates de un borracho.
Adelanto que a muchos lo que voy a decir les recordará un viejo cuento de Mark Twain, lo que no quita un ápice de verdad al asunto. Creo que fue Wilde el que dijo aquello de que la naturaleza imita al arte. La naturaleza o la realidad, tanto da.

Veamos. Comenzaré por lo que debería ser la conclusión o parte de ella: yo no soy yo.
En seguida me explico.
Nací el 14 de diciembre de 1952 en la ciudad suiza de Constanza. Mi padre era relojero. Mi madre, maestra en un kindergarten. Lecturas de Stevenson y Melville junto al gran lago despertaron en mí la nostalgia del mar que nunca había conocido. En 1975, cuando acababa de cumplir veintitrés años, mis padres murieron en un accidente de tráfico. Vendí la relojería y me dirigí al norte. En Den Helder, ciudad de la costa holandesa, embarqué en un bacaladero. A los tres meses, una avería en el motor nos obligó a recalar en Reykjavík, donde conocí a una chica, Hildur, que me llevó a vivir a una comuna hippie. Hildur tenía una niña, conocida hoy como Björk, que se llevaba todo el día berreando ¿canciones? y soplando una flauta. Sus padres alentaban las aficiones musicales de la mocosa. Una vez les comenté, de broma, que podía dedicarse a sustituir a las sirenas... de los barcos... por el ruido que hacía. Creo que me equivoqué. La verdad es que nunca he sido un melómano. Napoleón sólo me cae bien por su afirmación, apócrifa o no, de que la música es el menos molesto de los ruidos. El caso es que mis desafortunados comentarios me obligaron a abandonar la comuna. Volví a viajar hacia el sur. Esta vez de camarero en un barco de pasaje. Allí me lié de gigoló con una vieja francesa, M.C.H., que no estaba nada mal. Y quien lo ponga en duda sólo tiene que fijarse en Cher o en Sofía Loren.
Los que conozcan más o menos bien a Félix Morales Prado, que firma este libro, dirán: todo esto es mentira. Yo conozco a Félix. Nació en Sevilla. Vivió su infancia en Punta Umbría. Estudió el bachillerato en Huelva, después en Aracena, y estuvo en la Universidad Hispalense cursando Filología. Y hasta aquí llevarán razón. Pero sólo hasta aquí. Porque fue durante esos años universitarios de Morales cuando él y yo nos encontramos en la ciudad de la Giralda. Por entonces, ya me había arrepentido del abandono de mis estudios y estaba pensando en volver a Constanza para intentar rehacer mi vida. Fue exactamente en la primavera del año 1979. Para entonces, Félix Morales había publicado sólo un librito, “Manifiesto de la inocencia herida”. Yo había salido a dar un paseo y oler el azahar por el Barrio de Santa Cruz. Entré en un bar a tomar una cerveza. Y al entrar recibí el mayor impacto de mi vida. Allí, sentado junto a un velador de mármol, hojeando un libro, estaba yo. Que se me entienda. No estaba yo. Estaba mi sosías. Un joven exactamente igual que yo. Así me pareció en un primer momento, pero lo atribuí a algún efecto de la luz. Quise cerciorarme. Me acerqué a él y lo toqué en el hombro. Ya me inventaría una excusa, pensé. Me miró y fue como mirarse en un espejo aterrado. Ambos dimos un bote reflejo.
El resto de la tarde lo pasamos entre excitadas copas sucesivas e inmersos en una apasionada conversación sobre el tema del doble. Félix y yo no teníamos sólo en común nuestros físicos idénticos. También coincidíamos en muchos de nuestros intereses. La literatura, entre ellos. A mí siempre me había gustado la idea de escribir, pero nunca me atreví a hacerlo. A partir de entonces, la necesidad de afrontar el reto me ofreció la oportunidad de cumplir mis aspiraciones. Tengo que decir que nunca logré emular, ni de lejos, a mi obligado modelo. Pero había algo que nos igualaba sobre toda otra cosa. El hartazgo de nuestras respectivas vidas. Al filo de las doce de la noche, bastante borrachos ambos, tuvimos a la par una idea que, dadas las circunstancias, era tan obvia que resultó estúpida. Eso creo hoy, ya demasiado tarde para dar ningún remedio a lo que hicimos. Intercambiamos nuestros documentos de identidad, nuestras ropas y una información pobre pero suficiente sobre nuestras vidas privadas. Y allá se fue él como si fuera yo y aquí quedé yo como si fuese él.
Tras unos primeros momentos de euforia, en los que pensé que había hecho un cambio rentable, me di cuenta de la embarazosa situación en la que me encontraba. Al día siguiente, intenté encontrar a Félix por todos los medios. Fue imposible. Pensé en ir a la policía, pero me dio miedo. Por mi condición de extranjero y por haberme avenido a una suplantación de identidad podía dar con mis huesos en la cárcel en el caso de que me creyesen. Y si no me creían, lo que era lo más probable, podía terminar en un manicomio. Eso pensé. Así que decidí asumir lo hecho. Comencé a asistir a la universidad y a perfeccionar mi español. Quien no crea lo que estoy contando puede preguntar a la familia, los amigos y la que era novia de Félix sobre su comportamiento de entonces. Un constante fracaso académico, un estado depresivo, una actitud hosca, huraña, mutismo pertinaz. Eso es lo que dirán. Pregunten, pregunten y verán. Con su novia provoqué varias broncas y separaciones por miedo a que descubriese que yo no era yo.
El tiempo fue arreglando la situación y, año y pico después, había terminado la carrera y me había casado. Tuve que fingir que era escritor y así lo hice. Publiqué poco. Y cuando publiqué, rara vez publiqué textos míos. Podrá observarse que en esa época hay una gran irregularidad en los textos de Félix Morales. Los buenos son suyos. Hay algunos malos. Los míos. Desde entonces, he ido dando a la imprenta los manuscritos que él dejó en sus cajones. Este libro es uno de ellos.
A lo mejor el lector piensa que todo lo que he contado es una invención, tal vez inspirada en un sueño. Que mi verdadero nombre no es Timo Camenzind. Que yo soy Félix Morales Prado realmente y el marinero suizo nunca existió. Bueno. Por el bien de todos, sobre todo por el mío, dejaré en el aire esa duda.

Nota bene: Estas líneas constituyen la introducción a un libro inédito cuyo nombre aún ignoro. En realidad, ni siquiera sé si será la introducción a ese libro, ni si llegaré a publicarlo. Intuyo que en él se albergan aspectos del alma de Morales que no sé si él querría que se aireasen. Si desde algún lugar del mundo llega a leer esto, le pido que, por favor, se ponga en contacto conmigo y me diga qué debo hacer. Al margen de tales circunstancias, mi pasión por la verdad, auténtica aunque tanto tiempo postergada,  me ha impulsado a dar a la luz este texto antes de que sea demasiado tarde.
Timo Camenzind

               

viernes, 19 de noviembre de 2010

LA PRUEBA

BRILLANTE

Brillante Bronwyn, Bronwyn del abismo
del abismo absoluto de mí mismo.
Brabante es el instante más distante.
Nunca lo encontraré porque en lo nunca
voy errante.

La nada junto a mí como lo nunca,
sangre como de sangre, sólo sangre.

Eran las escaleras, pero no eras.

El cielo se celaba sobre el cieno
y las encinas ciegas de ceniza
alzaban en su alzar lo que soñaban,
lo que soñara el cielo sobre el cieno.

Eran las eras grises, mensajeras,
eran las mensajeras de las eras,
eran las mensajeras de las horas,
eran ya sin mensaje las auroras.

martes, 16 de noviembre de 2010

Ay, amor

SÍMBOLO

Esta tarde, me fui a la orilla y, melancólico, de forma casi inconsciente, mientras pensaba en algo muy distinto, dibujé con un junco un símbolo en la arena. Me quedé mirándolo. Saqué mi cámara y le hice una foto. No había trazado ese dibujo con ningún propósito concreto. Pero creo que he aprendido que todo lo que hacemos tiene, más o menos conscientemente, una intención. El gráfico era, como se puede ver en la foto, un hexágono. Al llegar a casa, he consultado mis diccionarios de símbolos. En el de Juan Eduardo Cirlot no he conseguido encontrar nada excesivamente explícito. Sólo que al referirse al seis, habla de “Ambivalencia y equilibrio. Unión de los dos triángulos (fuego y agua) y por ello símbolo del alma humana (…) Por ello, número de la prueba y del esfuerzo”. En Chevalier y Gheerbrant he concluido, en síntesis, que se trata de la unión de las fuerzas evolutivas e involutivas “por la interpenetración de los dos ternarios”. El símbolo es, además de muchas otras cosas, un espejo que nos devuelve lo que ya sabíamos, lo que ya habíamos visto.

jueves, 11 de noviembre de 2010

GIGANTES

—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo— de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

FE

La fe es conocimiento. Tener fe es saber. Tener fe no es creer. Creer es suponer: “Creo que esta tarde iré a tu casa” es igual a “Supongo que esta tarde iré a tu casa”. La fe es certeza. Sin atisbo de duda. Sin necesidad de prueba. La prueba está en ella misma. Para el pensamiento racionalista se trata de una especie de locura. Para el pensamiento religioso y/o poético es una gracia que escasea. Son muchos los que dicen tener fe pero muy pocos los que la tienen. Ver "Ordet", de Dreyer. Para el que tiene fe, el objeto de su fe es real y así efectivamente sucede. Es la base de la magia y de los milagros. Al desaparecer la fe, aparecen la ignorancia y la duda y la angustia y la ciencia con todos sus cruces de caminos constantemente revisados, sus rectificaciones, sus incertidumbres. Al respecto leed La rosa de Paracelso, del maestro Jorge Luis Borges, clicando aquí.

viernes, 22 de octubre de 2010

Erótica

Querida Ramira:
¡Qué bien cuadra tu nombre con tu condición! Tan sólo abrir la “i” como tú abres el signo de admiración entre tus piernas y ¡ya está! ¡qué gusto! Todo queda acoplado. Todo se acopla a ti: los marineros, los curas de pensamiento atormentado, los profesores solitarios, los perros, los amantes sin pareja, los basureros, los árboles, las piedras, las orillas de agua tibia de los ríos. Te dicen puta. Pu-ta. ¡Qué hermosa esa palabra en ti! Tú la sepultas en un caudal de absurdo y la reduces a su sonido puro. ¿Qué sexo no desea sufrir la pregunta de tus manos? Has inventado la mística de los barrios prohibidos. Representas el brillo nocturno de sus calles. Los que te buscan detrás de cada puerta sumida en el desprecio y el secreto deseo, encuentran siempre a otras, a otras iguales que sus legítimas mujeres. Olvidan la suprema humillación del barrizal en el que yo te follo, olvidan la mirada del amor. Por eso, por más que te persigan y que en ti aliente el receptáculo de una constante violación, tú siempre serás virgen, mi novia sin mancha, la mujer perdida en las últimas habitaciones de mis sueños, donde te masturbas al ritmo de mi discurso pensando en todos los que pudieron ser (pensando en todos) y prefirieron condenarse.

Félix Morales Prado

Misogínica




La donna è mobile, qual piuma al vento,
muta d'accento, e di pensiero.
Sempre un amabile, leggiadro viso,
in pianto o in riso, è menzognero.
La donna è mobile, qual piuma al vento,
muta d'accento, e di pensier
e di pensier, e di pensier.
È sempre misero, chi a lei s'affida,
chi le confida, mal cauto il core!
Pur mai non sentesi felice appieno
chi su quel seno non liba amore!
La donna è mobile, qual piùma al vento,
muta d'accento e di pensier,
e di pensier, e di pensier!



La mujer es cambiante, cual pluma en el viento,
cambia de palabra y de pensamiento.
Siempre su amable, hermoso rostro,
en el llanto o en la risa, es engañoso.
La mujer es cambiante, cual pluma en el viento,
cambia de palabra y de pensamiento.
y de pensamiento, y de pensamiento.
¡Siempre es desgraciado quien en ella confía,
quien le entrega, incauto,  el corazón!
¡Aunque nunca se sienta plenamente feliz
quien de su pecho no beba amor!
¡La mujer es voluble, como una pluma al viento,
cambia de palabra y de pensamiento
y de pensamiento, y de pensamiento!

martes, 19 de octubre de 2010

Ontológica

Somos Uno. Vale Uno (singular) y vale Somos (plural). Lo demás son sensaciones, tan reales como las de los sueños. ¿Cuándo lo comprenderé? mos

sábado, 16 de octubre de 2010

El principio de realidad

El principio de realidad es imprescindible para la vida. Pero cualquier idea de grandeza es incompatible con el principio de realidad. ¿Cómo imaginar a Julio César aferrado a las posibilidades al cruzar, Alea Jacta Est, el Rubicón? ¿Dónde estarían las rimas becquerianas que cambiaron el rumbo de la poesía española si Gustavo Adolfo hubiese obedecido el llamado de la sensatez quedándose en su Sevilla natal? ¿Podría Mahatma Gandhi haber reconducido el destino de la India en papel de brillante abogado con los pies bien fijos en la tierra? ¿Y a aquel nazareno que recorría los caminos de Judea con sandalias polvorientas y que determinó los rumbos de la humanidad con un impulso que dio lugar más tarde al nacimiento de actitudes que aún libran batalla en el corazón humano y cuyo alcance aún estamos por conocer? ¿Lo guiaba, acaso el principio de realidad? ¡Hombres de poca fe!, dicen que decía. Las grandes empresas jamás han estado orientadas ni condicionadas por ese principio que, si bien necesario para el común, habría mantenido al ser humano, de prevalecer, subido a un árbol comiendo fruta. Y, aunque es inevitable que se haga presente, hay momentos en los que es necesario el impulso que lo contrarresta y que de verdad nos hace seres humanos. No sólo de pan vive el hombre. Y el héroe convierte el pan (o el oro) en piedras en medio de una magnífica risa cuando así lo exige el ideal. ¿Recordamos el episodio del Cantar de Mío Cid en el que Ruy Díaz de Vivar chasquea a Raquel y Vidas, representantes de la “razón práctica”, y lo comparamos con aquel  (conmovedoramente recreado por Manuel Machado) en el que, ante el ruego sincero de una niña, rechaza lo que la necesidad le exige para seguir los llamados más nobles del corazón? El dinero ha de estar al servicio del verdadero destino del hombre y no al revés.

jueves, 14 de octubre de 2010

Motivos para escribir 4

-Procura estar poseído por una ingenua santidad de espíritu.
-Eres un genio, siempre.
-Autor-realizador del cine terrestre financiado por los ángeles del paraíso.
-Describe las indecibles visiones del ser.
-Lo que sientas encontrará por sí solo su estilo.
-Dedica más tiempo a la poesía, pero sólo a lo que es en esencia.
-Cree en las santas apariencias de la vida.
-Traduce constantemente la historia real del mundo a monólogo interior.
-Sé, como Proust, un fanático del tiempo.
-Escribe para que todo el mundo sepa cómo piensas.
-No pienses con palabras, es mejor que procures ver la imagen.
-Escribe para ti mismo, recogido, asombrado.
-Dirígete desde el centro a la orilla, nada en el mar del lenguaje.
-Esfuérzate en determinar el raudal todavía inédito que hay en tu espíritu.
-Enamórate de tu existencia.
-Libretas secretas garabateadas y páginas frenéticas mecanografiadas para tu exclusivo placer.
-Acoge todo signo, ábrete, escucha.
-Respira, respira tan fuerte como puedas.
-Equilibra tus complejos literarios, gramaticales y sintácticos.
-Vive tu memoria y asómbrate.
-Acepta perderlo todo.

Jack Kerouac (de “Credo y Técnica de la prosa moderna”)

domingo, 10 de octubre de 2010

ROSA

Igual que en el cuento de Oscar Wilde, “El ruiseñor y la rosa”, hoy ha salido una, solitaria, en mi triste y maltratado jardín. La única flor entre matojos secos, parece preguntarse qué hace ahí. En pocos días desaparecerá. La belleza sólo encuentra en el mundo de la manifestación un pálido espejo y su destino es efímero. Los elegidos de los dioses mueren jóvenes.

Rosa, contradicción pura, placer
de no ser sueño de nadie entre tantos párpados.
R. M. Rilke

No la toques ya más
que así es la rosa
Juan Ramón Jiménez

A rose is a rose is a rose is a rose
Gertrude Stein


jueves, 7 de octubre de 2010

Aerolitos 3

El artista verdadero sólo conoce la tierra y el cielo; la ciencia, la moral y la política de los hombres le aburren y le matan.


Un pueblo inteligente honra a los hombres dotados e instruidos y los emplea para grandes cosas.
Un pueblo imbécil los desprecia y los deja pudrirse en la pobreza y el exilio.



¿Quién actúa mejor: el que oculta su sabiduría o el que oculta su ignorancia?

lunes, 4 de octubre de 2010

domingo, 3 de octubre de 2010

LA PUERTA


Aquel fue el día en el que abrí la puerta. En mi alma sin resolver se amontonaban todas las notas desordenadas de una canción. “Intentar tararearla” –me dije- “es todo el dolor y la aventura”. ¡Cómo admiraba y envidiaba a los que supieron hacerlo! ¡Cómo me consolaba en ellos al mismo tiempo que no los comprendía! ¿Cómo podían Vivaldi o Bach explicarme mi luz y mi miseria, que para mí eran sólo caos? ¿Cómo podían Machado o Juan Ramón o Rilke (resistiendo todas las traducciones) decirme aquello que yo de mí quería decir sin conseguirlo? Pasé por un supermercado y compré una botella de whisky del mejor. Estaba entonces leyendo la biografía de Aleister Crowley, mago negro o payaso o canalla rijoso o poeta frustrado. Estaba entonces, como siempre, buscando; debatiéndome, trataba de mirar el secreto que tiembla en el centro de la palabra, su ritmo, su música o lo que oculta. Estaba allí, absurdo  como siempre, esperando que llegase un ángel y me dijera. Las notas de la canción antigua me bullían dentro, sin decidirse. Y, de pronto, entre un trago y una voluta de humo, lo supe. Había una puerta cerrada que tenía que abrir con un gesto.

SI, de Ruyard Kipling


Si puedes estar firme cuando en tu derredor
todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza;
si cuando dudan todos fías en tu valor,
y al mismo tiempo sabes excusar su flaqueza;
si puedes esperar y a tu afán poner brida,
o blanco de mentiras esgrimir la verdad,
o siendo odiado, al odio no dejarle cabida
y ni ensalzas tu juicio, ni ostentas tu bondad;

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey;
si piensas, y el pensar no amengua tus ardores;
si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como a dos impostores;
si puedes soportar que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados,
y mirar hecha trizas tu adorada quimera,
y tornas a forjarla con útiles mellados;

Si todas tus ganancias poniendo en un montón,
las arriesgas osado en un golpe de azar,
y las pierdes y luego, con bravo corazón,
sin hablar de tus pérdidas vuelves a comenzar;
si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlos cuando en ti todo flaquea,
menos la voluntad que te dice: ¡Adelante!

Si entre la turba das a la virtud abrigo;
si marchando con reyes del orgullo has triunfado;
si no pueden herirte ni amigo ni enemigo;
si eres bueno con todos, pero no demasiado,
y si puedes llenar los preciosos minutos
de sesenta segundos de combate bravío,
tuya es la tierra y todos sus codiciados frutos,
y lo que más importa, serás Hombre, hijo mío.

Rudyard Kipling

viernes, 10 de septiembre de 2010

SOLIPSIGNOS

Félix Morales Prado
SOLIPSIGNOS
EH Editores
Jérez de La Fra (Cádiz)
2008

SOLIPSIGNOS, generosamente prologado por el magnífico poeta y estudioso de la poesía experimental Alfonso López Gradolí (a quien reitero mi gratitud), es un libro bastante atípico en el que, además de abordar lo que se ha llamado metapoesía, intento salir al paso del que creo injustificado enfrentamiento (afortunadamente ya cada vez más raro) entre los cultivadores de la poesía visual y aquellos que se dedican a la poesía discursiva. Mi concepto de poesía se aproxima mucho al que sostenía Juan Eduardo Cirlot. No digo el estilo, me refiero a la idea que tengo sobre la poesía. Y con él pienso que tan poesía es un soneto como un P.V. como un videopoema… Así, la poesía aparece en este volumen bajo distintas formas y modos de expresión que creo que conviven armoniosamente.
Qué sea poesía es una cuestión problemática por cuanto participa del misterio. Y tanto críticos, como teóricos de la literatura, como poetas han vertido ríos de tinta en torno a la cuestión. Lo que no está mal, en cuanto que eso ha producido textos en muchos casos muy interesantes. Desde mi perspectiva, que podrá acusarse de romántica o regida por la emoción o incluso sentimental con las “peores” connotaciones del término, lo cual no me importa en absoluto, desde mi punto de vista, digo, a la poesía ni se la define ni se la analiza. Como a la belleza, y como alguien dijo, se la sirve y se la ama o no.
Aquí os dejo, en este enlace, una pequeña muestra del libro SOLIPSIGNOS, como ya he hecho anteriormente con otros de mis títulos. No figura nada del apartado “Especulaciones”, uno de los dedicados a la poesía discursiva, por los problemas técnicos que representa (al menos para mí) trasladarlo aquí.


¿Te interesa este libro completo y en su edición original? Solicítalo a la dirección felixmprado@gmail.com y te lo mandaré contra reembolso al precio de 10 euros más gastos de envío.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

TO BE AND NOT TO BE

Fotografía: Eliacer Cansino

To be or not to be. ¿O, tal vez, “To be and not to be”? Fijaos bien en esa tumba. Bajo la lápida yacen los restos de un hombre que no es ese hombre y forma parte de una extraña historia que tiene su desenlace en Punta Umbría durante los oscuros años cuarenta españoles y mientras que en el mundo se desarrollaba una de las guerras más sangrientas que lo han asolado. El Mayor William Martin, miembro del ejército inglés durante aquella contienda, nunca existió. Fue una invención del Servicio de Inteligencia Británico destinada a confundir a los nazis y dividir su atención entre dos puntos. La historia es sobradamente conocida y podéis leerla con detalle haciendo clic aquíHa dado lugar a alguna novela e incluso a una película, parte de la cual se rodó en las costas puntaumbreñas y en Huelva. Pero no es el relato de esos hechos el objeto de este post. Lo que ocurre, realmente, es que el otro día, asistiendo al sepelio de la madre de un querido amigo, tuve ocasión de estar otra vez ante esa tumba. No llevaba mi cámara y le pedí a Eliacer Cansino que me mandase una que él estaba haciendo con su móvil. Ante aquella sepultura vinieron a mi cabeza muchas cosas: La novela “Todos los nombres”, de Saramago o la, no menos curiosa, pintoresca, extraña  circunstancia de que, durante años, haya habido una mujer inglesa que ha cuidado, limpiado y llevado flores a la tumba como si de la de su hijo o su esposo se hubiera tratado. ¿Quién entiende el corazón humano y su comportamiento? Pero, más allá de eso y, con mi testaruda afición a las paradojas, pensaba en la tensión poética que implicaba que en aquella lápida figurase alguien que nunca existió. Son sus datos, y no los del mendigo que sólo le prestó su cadáver, los que están escritos en la losa. Los datos de alguien que no nació nunca y al que, sin embargo, se supone que tuvieron que celebrarle ritos funerarios, quien sabe si incluso con honores militares. Alguien que no existió pero cuyo enterramiento clama que sí existió. ¿Puede alguien existir y no existir al mismo tiempo? El indigente que prestó su cuerpo a aquel ser salido de las mentes de los espías ingleses, jamás llegaría a imaginar, en los estertores de su agonía tirado en alguna calle del neblinoso Londres, que su destino era contribuir a uno de los resultados más significativos e importantes de la Historia. ¿Para qué hemos nacido? ¿Cuál es nuestra misión al venir a este mundo? Algunos lo saben. Otros, la mayoría, no lo sabemos. Quede ahí como material para poetas, cuentistas y pensadores ociosos. Como yo.



martes, 17 de agosto de 2010

GRIAL




Hace tiempo que no pongo ningún nuevo post. Y como hay que alimentar el Blog, se me ha ocurrido pegar algún texto mío antiguo. Este pertenece a una serie sobre caballerías que hice hace ya mucho tiempo, cuando rondaba los veinte años y estudiaba mi carrera de Letras. Dice:

Sobre campos de plata, lejanías manchadas de presagios. Baja la celada, distante el pensamiento, a galope tendido, restallan las luces primeras en las piedras blancas. ¿Qué sueño despertó al caballero en la alborada y turbó su descansó y dirigió su ánimo hacia un camino urgente? De mármol todo el cuerpo sobre el corcel, ardiente el corazón, medita la indudable verdad de las premoniciones, indaga inútilmente su naturaleza, mientras desespera en el tiempo impuesto y las limitaciones que inevitablemente paga la belleza de su estampa cabalgando sobre aquel infinito desierto de cal. Piensa que la blancura descendió de otro sitio que los demás colores. Aquí es donde detiene su caballo en la mañana: Se ha cumplido el destino: Ha alcanzado la meta señalada por los sueños: Allí, sobre una roca blanca, un conejito blanco come los rojos pétalos de una rosa.

(Pausa. Adaggio. El paisaje deviene un inmenso salón de diorita)

El caballero está sentado. Un viento claro recorre sus nervios. Su mirada revela una inamovible certeza acerca de las antiguas posibilidades. Reconsidera, lejos ya de su primer asombro: no hubo mentira en las palabras perdidas; pero la ciencia de la interpretación había sido aplicada erróneamente. Reencontrar aquella estela a popa: Cuando los signos escritos eran parte del tiempo habitado: Sobre un bajel rumoroso: Cuando las palabras mar y nubes y la marea baja significaban. Sobre su caballo parado en la marisma avista una presencia navegando la ría. "Cabalgaba el Conde Arnaldos/ mañanita de San Juan..."

(Pausa. Adaggio. El corazón del caballero se convierte en un poema sin signos)

"...Yo no digo mi canción/ sino a quien conmigo va". Saber que las antiguas profecías, el tiempo dormido, viaja en ese barco; todos aquellos de la edad que perdió; también miríadas de avatares interiores, suaves aludes y su sensación, quizá nunca sucedidos pero ciertos; en aquel barco inalcanzable su destino perdido en el pasado. "...sino a quien conmigo va".

(Pausa. Adaggio. El corazón del caballero. Lágrimas.)

Firme en la inmensidad salobre del estero, contempla, invadido por altos sentimientos de nostalgia, el inasible Grial viajando en ese barco que se pierde en la tarde sobre el agua entre marismas, almendros y lejanías rosas.

jueves, 12 de agosto de 2010

viernes, 6 de agosto de 2010

Aerolitos 1

Sólo cuando comprendes que no hay nadie, alguien aparece

Sólo cuando aceptes  tu insignificancia, se te desvelará tu grandeza

viernes, 30 de julio de 2010

CIRCE


Mi largo poema CIRCE, escrito al principio de los años noventa, durmió en los cajones hasta el año 2008, en el que la Editorial Alfar me ofreció publicarlo. Ahí apareció con prólogo de la especialista en lenguas y cultura clásica Margarita Ramírez Montesinos y epílogo del filósofo José Antonio Antón Pacheco. En página aparte, como tengo por costumbre, a la que conduce este enlace, dejo algunos fragmentos de esta obra.

martes, 27 de julio de 2010

Tarde de playa. Haikus 2, 3, 4 y 5



El mar, el mar,
el mar, el mar, el mar,
el mar, el mar


Suenan las olas.
La música del agua,
¿qué me susurra?


Gritos de niños.
Un papalote al viento.
Océano verde.


El pensamiento
se me escapa veloz
hacia occidente.