lunes, 25 de abril de 2011

Tip y Coll . El vaso de agua

Si a mucha gente de mi generación les preguntasen cuales fueron los cómicos preferidos de su juventud, no me cabe duda de que responderían que Tip y Coll. Esta pareja de humoristas españoles practicaban un humor de corte surrealista rayano en el absurdo. Provocadores, gustaban a la gente de izquierda y a los inteligentes. Los de derechas y los tontos preferían a Cantinflas. A mí me gustaban tanto el uno como los otros, así que debo de ser inteligente y tonto y de izquierdas y de derechas.
Entre los números más famosos y desternillantes de Tip y Coll están sus instrucciones para llenar un vaso de agua, sketch muy cercano en el planteamiento a las “Instrucciones para subir una escalera”, de Julio Cortázar.
Los que no lo hayan visto, véanlo. Merece la pena. Los que ya lo conozcan, véanlo también para recordar un rato aquella risas del pasado.
¡Ah! A quienquiera que sea la persona que ha subido el vídeo a youtube, gesto que se agradece, se le ha colado en el título una notable falta de ortografía que ahí queda por no estar en mi mano corregirla.

domingo, 24 de abril de 2011

FÁBULA SINIESTRA

Hace algunos días, a raíz de la situación económica crítica que atravesamos, se me ocurrió un tema para un cuento que no voy a escribir porque no encaja demasiado con el tipo de cosas que hago o tal vez porque ahora mismo estoy trabajando en otros textos que me interesan más o quizá sencillamente porque no me apetece.  Pero pondré el asunto aquí por si a alguien le resulta de algún provecho. La historia va de un tipo que tiene, por ejemplo, un pequeño negocio de carpintería metálica. Con el crecimiento de la construcción de viviendas a finales del siglo XX, prospera. Las cosas le van bien. Por aquel entonces, vive en un piso de alquiler. La tristemente famosa Ley Boyer ha blindado los intereses de los propietarios y dejado bastante indefensos a los inquilinos. Gobierna el PSOE con la prepotente desfachatez que le da la mayoría absoluta. Al llegar los fastos del Quinto Centenario y su horterada de Expo Universal, los codiciosos caseros sevillanos (nuestro héroe vive en Sevilla) suben de golpe e injustificadamente (a menos que la avaricia sea una justificación) el precio de los alquileres un trescientos por cien (sic). El tipo se dice entonces que ni puede pagar eso ni le parece justo. Por una hipoteca de menor cuantía adquirirá una vivienda en propiedad, de manera que asegure mejor su futuro y el de su descendencia. Porque este caballero tiene novia en ese momento y una intención de inminente casamiento. Bien. Actúa en consecuencia y el banco, dada la saludable situación financiera del sujeto, le concede la hipoteca con el único aval de su carpintería metálica. Y se casa. Y durante un breve lapso de tiempo, él y su familia son felices y comen perdices. Pero un día, sin que nadie se lo espere ni sepa por qué ni cómo ni de dónde, surge la crisis. El negocio inmobiliario se va a freír espárragos y, con él, los encargos a nuestro personaje y su fuente de ingresos. Hasta el punto de que tiene que cerrar la carpintería. Durante un tiempo, vive de sus ahorros y busca trabajo. ¡Qué ingenuidad! El paro crece en el país a un ritmo galopante. Jóvenes excelentemente preparados no encuentran empleo. ¿Cómo va a conseguirlo él, con cincuenta años de edad? La situación se hace cada vez más insostenible. Y el hombre entra en un estado de depresión crónica y de desesperación. Literalmente, no sabe qué hacer. Ni siquiera es viable vender su piso. Nadie compra. España está en bancarrota. No hay liquidez. Bueno, sí hay. Hay liquidez en unos cuantos bolsillos que contemplan con ansia la catástrofe y el endeudamiento mientras se frotan las manos calculando los beneficios. El caso es que al tipo, acorralado, que ama con toda su alma a su familia, se le ocurre una terrible y negra pero eficaz solución. Su seguro hipotecario cubre, curiosamente, el fallecimiento por suicidio. No son tontos los banqueros, no. Bien. El hecho es que existe esa tenebrosa rendija por la que escapar de la coyuntura y dejar a los suyos una vivienda propia libre de cargas y una pensión de viudedad. Algo es algo. Mejorarán, sin duda, sus condiciones de vida.
Y lo hace. Se pega un tiro.

El ejemplo cunde. Y los sucesivos casos que se producen impactan a la opinión pública. Mientras tanto, se acercan las elecciones y algún partido oportunista incluye en su programa de gobierno una medida muy deseable pero absolutamente fantasiosa: la condonación de toda la deuda, pública y privada. Por supuesto, amnistía hipotecaria universal. Partir de cero. Los banqueros se ríen de estos políticos visionarios. La Alemania de los años treinta queda muy lejos y ha sido olvidada
En diversos campos secretos de entrenamiento del partido en cuestión, sus miembros hacen prácticas de control mental y desfilan al paso de la oca.

domingo, 17 de abril de 2011

World Builder

Para los que gustan de los efectos especiales y las historias de amor, dejo este impresionante cortometraje escrito, dirigido y producido por Bruce Branit. Sentimentales preparen moqueros.

LITERATURA Y ENFERMEDAD. RECORDATORIO

 La revista digital de literatura “El fantasma de la glorieta” recuerda que proyecta un número especial monográfico sobre la enfermedad y su contexto, en el más amplio sentido, utilizados como temas literarios. Enviad vuestras colaboraciones (poemas, cuentos, poemas visuales, pequeños ensayos, microrrelatos, etc)  a: elfantasmadelaglorieta@gmail.com hasta el 15 de mayo inclusive. También se considerarán la obras gráficas (dibujos, fotografías...) que serán destinadas a la ilustración de la entrega.

jueves, 14 de abril de 2011

If I Should Lose You


Si yo te perdiera... Me apetecía esta canción hoy, antes de acostarme. Las estrellas caerían del cielo... Buenas noches.

miércoles, 13 de abril de 2011

Sobre el arco iris

“El Mago de Oz”, de Frank Baum, que leí en mi infancia, lo recuerdo como un libro en el que los personajes me parecían demasiado artificiosos, demasiado forzados. Ese hombre de hojalata, ese hombre de paja, ese león sin valor son alegorías lineales y pobres. Incluso la misma Dorothy es insulsa. Vi muchos años más tarde a un amigo homosexual representando al personaje y entonces sí ganó algunos puntos. Pero qué gran diferencia, en todo caso, la de Dorothy con Tinker Bell o con la misma Wendy o, sin irnos más lejos, con la Caperucita Roja o con Blancanieves o con la Bella Durmiente, ese sublime símbolo de la verdad.
Sin embargo, sin embargo, lo que siempre me encantó fue el tema que ilustraba como banda sonora la película, dirigida por Victor Fleming, que se hizo a partir del cuento y cuya música fue compuesta por Harold Arlen mientras que su letra la escribió Yip Harburg. Es una de las melodías que forman parte de mi memoria emocional. Y esta noche, a pesar de todos los pesares, la pongo aquí, interpretada por ese descomunal músico de jazz: Keith Jarret. En algún lugar… sobre el arco iris…

Motivos para escribir, 5


Preguntarse para qué sirve escribir (y me refiero, claro, a escribir novelas, poemas, cuentos, ensayos, memorias o diarios…) es lo mismo que preguntarse para qué sirve correr o jugar al fútbol. Darle patadas a un balón tiene diversos grados de utilidad, dependiendo del punto de vista desde el que se enfoque el tema. En principio, entretiene y divierte a aquel que le gusta, contribuye a mantener su forma física; puede, en otros casos, tratarse de una prescripción del médico, que aconsejó hacer deporte por tal o cual afección, y en contados casos servirá para ganar dinero y fama (el primero sirve para comprar coches y yates entre otros caprichillos, la segunda no sirve para nada, excepto para engordar inútilmente el ego, pero en el curioso mundo que vivimos es tremendamente útil para conseguir el primero). De jugador aficionado que se echa sus partiditos los domingos con los amigos en el descampado de abajo se puede llegar, aunque es altamente improbable, a ser jugador profesional. Un jugador aficionado no llenará jamás estadios con gente que vocifere “a la bin, a la ban” (¿aún se grita eso?), pero sí que podrá tener dos o tres espectadores que pasan por allí e, impulsados por el tedio dominical, se sientan en una piedra a verlos mientras bostezan de tanto en tanto. En contrapartida, el futbolista amateur no sufrirá los inconvenientes de un jugador famoso, jamás usará el doping urgido por la presión y la necesidad de ganar, ni padecerá las molestias de las concentraciones previas a los encuentros, ni la disciplina del entrenamiento diario, ni imposiciones dietéticas, ni el probable riesgo de secuestro debido a su abultada cuenta bancaria.
Pues la cosa de escribir es exactamente igual. Están los escritores aficionados, que no ganan un euro con lo que escriben (a veces, hasta lo pierden) pero les sirve para desarrollar la imaginación, mejorar su expresión, conocer gente con su mismo hobby e incluso como terapia en ocasiones, y los otros, los profesionales, que suscriben contratos con las editoriales que consideran vendibles sus libros (no tienen por qué tener calidad literaria), reciben los dinerillos o dinerales en concepto del porcentaje que les corresponde del producto de las ventas y adquieren una fama o familla que les procurará otra serie de actividades (conferencias, presentaciones, integración de jurados de premios literarios, lecciones muy magistrales en talleres, participación en programas televisivos, colaboraciones en prensa, etc.), más o menos lucrativas dependiendo del tamaño de su celebridad. Pero, como pasa en el caso del deporte, en la literatura los aficionados no sufren las servidumbres que se les impone a los profesionales: ceñirse a las exigencias del mercado (tanto en tema como en forma), renunciar, más o menos, a la libertad de expresión, ser la voz de su amo (jamás morder la mano que te da de comer), obedecer las directrices del editor (esto no va, esto lo quitas que no es comercial, este título a la papelera, le ponemos mejor este otro) y, también, aunque no siempre, hacer la pelota, ganarse amistades que maldita sea lo que apetecen, atender entrevistas te guste o no, hacerte visible (aunque te dé fatiga) en el mundillo literario y hasta, cuando la fama es ya tan gorda tan gorda y los requerimientos de publicaciones tan agobiantes (o la ambición tan insaciable) que el pobre escritor no da abasto, recurrir, con todo el dolor de su corazón, a la controvertida figura del negro. De chanchullos diversos en certámenes literarios no diré nada porque, aunque evidente, el tema es muy espinoso.
Para acabar, está claro que un autor aficionado también puede dar el salto a escritor profesional, con un poco más de posibilidades, si cabe, que en el caso del fútbol. Es cuestión de paciencia, constancia y algo de calidad o, a falta de esta, mucho de relaciones públicas.
No sé si se me ha colado algo de eironeia. De ser así, mejor que mejor. 

domingo, 10 de abril de 2011

GUSANOS

En un libro en el que estoy apasionada y demoradamente inmerso actualmente, uno de los libros más interesantes que he leído en mi vida, que se centra sobre otro enigmático libro, y que promete relanzarte hacia nuevas investigaciones que transcurren por enigmáticos jardines, la autora, Emanuela Kretzulesco-Quaranta, define en un momento dado al ser humano moderno como “hombre tubo digestivo”. La denominación me arrancó una risa y un aplauso inmediato. Pues no puede ser más exacta. Y me retrotrajo a otro trozo de otro libro, ese del autor underground Alan Watts, en el que se refiere a los seres vivos, y a los humanos en particular, como a tubos que tragan cosas por un agujero superior, las expulsan por un agujero inferior, se adhieren unos a otros, lo que da lugar a otros tubos, y se agreden entre ellos. “El libro del tabú”, una colisión productiva y con lenguaje actualizado, entre las ideas del Vedanta y la sociedad occidental, lo podéis bajar de aquí. Espero que la ley Sinde (cencia) no me cierre el blog por esto.
Hombre tubo digestivo. Pues sí. Daos un paseo por bares, restaurantes, cafeterías. En plena crisis, ¿cómo están? Repletos de gente traga y traga y bebe y bebe. Asistid a algún acontecimiento cultural de vuestra ciudad. Una lectura de poemas, una conferencia, un taller de creación, una exposición, una cita para hablar de las estrellas que se apagan en el agua… ¿Cuántas personas hay? Veinte ya es mucho. Diez es un éxito. Lo usual son cinco o tres o una…
Podría extenderme en consideraciones moralizantes. Pero no. ¡Qué barbaridad! Nadie tiene derecho, sobre todo en una sociedad democrática, a negarnos la libertad de ser, si nos da la gana y sólo eso, gusanos que comen y defecan. Y procrean. Y pelean. Pero gusanos.

lunes, 4 de abril de 2011

ALREDEDOR DE MEDIANOCHE

Regresando de una conferencia de un amigo en Huelva. Historia de una Institución. Un viejo edificio con resonancias emotivas. Krausismo español. Cervezas. Palabras mías en las que predomina la función conativa y no sé si inconvenientes. Subo al coche y me digo ¿pero quién carajos eres tú para indagar en los demás? En fin. Prendo Radio 3. Como siempre. Miles Davis. Alrededor de medianoche. Todo va bien.

MONEY

Me reenvía un amigo un enlace a un artículo del diario “El País” sobre la crisis en Islandia y cómo se las gastan allí con los banqueros. Leedlo: http://bit.ly/e7Ntjt. A ver si nos enteramos de quiénes son los verdaderos culpables de la situación que atravesamos y vamos tomando ejemplo de nuestros hermanos vikingos.
Para amenizar un poco el tema, una vieja canción de Pink Floyd: Money