martes, 16 de agosto de 2011

Pantufla

Me desperté sin saber por qué y vi por la ventana que el cielo estaba chorreando sangre. Y me dolía por dentro en ningún sitio. La casa estaba silenciosa, llena de miedo; era de noche pero parecía de madrugada o al contrario. Fui a la ventana del oeste y vi a mis dos hermanas que corrían por el camino de la playa. Las perseguía un hombre con un cuchillo; llevaba un sombrero y una capa negros. Salí a la calle. Hacía un frío que daba pena. Yo iba llorando y no podía moverme, no podía correr, como si alguien me agarrara por los tobillos. Gritaba: “¡Hermanitas!, ¡hermanitas!”. Las retamas estaban en flor y por el aire volaban las brujas. Las paredes brillaban. Parecían vivas.
Me metí por el bosque oscuro y caminé por un sendero tan largo que era imposible. Algunas veces era alegre como los colores. Otras, los árboles, enormes, juntaban sus copas y el camino se convertía en un túnel que le decía a mi corazón.
Andando, andando, llegué a una casita que parecía habitada pero no. En el suelo había una pantufla y, encima de una mesa, un gramófono con un disco. Lo puse y salió una voz que dijo: “Aquí han matado a tu hermana y su alma está en la pantufla”. Cogí la zapatilla y en la suela se veía la cara de Alicia. Empecé a llorar y cuando mis lágrimas caían en la babucha ella también lloraba.
Se me apareció el Señor Jesucristo. Iba vestido de marinero y tenía la cara de un amigo mío.

2 comentarios:

omar enletrasarte dijo...

Un sueño...uuuffff...de locos...jeje
Entretenido para la lectura, eso sí...
saludos para vos, Félix

Félix Morales Prado dijo...

Gracias, amigo, por tus comentarios. Creo que eres tú el único que comenta. Muchas gracias y perdona mi desidia en responder. Saludos