viernes, 8 de agosto de 2014

Conflicto en Gaza


Vaya por delante que, para mí, las religiones, todas las religiones, son actualmente momias, restos muertos de lo que, tal vez, en un pasado lejano debió de obedecer a un genuino impulso espiritual. Esto no quiere decir que sea ateo, ni siquiera agnóstico. Estoy convencido de que algo hay además de este mundo material que nos rodea y que no deja de ser una ilusión pasajera, una fantasmagoría, una sombra de la auténtica realidad. Aclarado esto, insisto en que las religiones me parecen cadáveres disfrazados, de naturaleza estrictamente política y cuyos objetivos son el poder, la dominación y el control económico, como el de otras organizaciones mundiales (véase el Club Bilderberg).
Pues bien. En los últimos tiempos corre como un reguero de pólvora encendida por el planeta la indignación por lo que está sucediendo en Gaza. Indignación que comparto sin reservas. La matanza indiscriminada de inocentes en la zona debe cesar ya. No creo que eso lo discuta nadie, excepto algún que otro loco, como, por ejemplo, la diputada israelí Ayelet Shaked (http://www.cronica.com.ar/article/details/10938/israeli-pide-matar-madres-palestinas-para-no-criar-serpientes) .
Sin embargo, creo que esta tragedia no debe inducirnos a posturas peligrosas. Como, por ejemplo, condenar a todos los israelíes, meterlos a todos en el mismo saco y llegar a asumir las ideas raciales del propio Hitler acerca de los judíos. En el mismo Israel se están dando manifestaciones de miles de personas judías en contra de la guerra y de las agresiones a los palestinos (http://www.abc.com.py/internacionales/miles-de-israelies-manifiestan-en-tel-aviv-contra-la-guerra-en-gaza-1270033.html) . Todo juicio simplón acerca de una colectividad es estúpido y puede llegar a ser letal. Al Gobierno israelí es a quien hay que señalar, no al pueblo judío (no a todo, al menos). A Estados Unidos, que los apoya, provee y protege (no en vano el lobby judío es poderosísimo en EEUU, no por casualidad la mayoría de los grandes magnates que dominan el mundo, Rothschild, Rockefeller, llevan apellidos judíos) es a quien hay que pedir cuentas. Pero no hay que olvidarse de mirar hacia el otro lado. Los integristas islámicos (en este caso, Hamás) son más peligrosos que un escorpión en un bidet y sus objetivos reales, como los de todos los líderes religiosos, no están nada claros. Ni sus métodos. No sé si será cierto que implican a sus niños en la guerra y que utilizan niños-bomba para sus atentados. ¡La información nos llega tan intoxicada! Si es cierto, es asqueroso, inhumano, intolerable. Y las críticas mundiales también deberían dirigirse a ellos.
La comunidad internacional debería, en suma, centrarse en parar esta guerra a toda costa, sin excusas, para entrar en una paz negociada. Y, sobre todo, en proteger las vidas y los escasos bienes de los débiles e inocentes. Y dejar de plantearse si fue primero el huevo o la gallina o si son galgos o podencos.
Mucho me temo que no lo harán. Porque todo apunta a que detrás de todo lo que está sucediendo en el planeta hay intereses y planes perversos e inconfesables de los que realmente nos dominan a todos. Nos encaminamos, me temo, a una enorme catástrofe a nivel planetario. La hoguera más llamativa está ahora encendida en Palestina. Y el resto del mundo sometido a presiones cada vez menos soportables que se van convirtiendo en pequeños incendios que crecen y crecen. Nos dirigimos, insisto, al precipicio. Ojalá me equivoque. ¿Estamos a tiempo de evitarlo? Ojalá sea así.

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